Por qué decidí empezar a trabajar en Tech

Hace varios años vengo con la idea de generar un cambio en mi vida profesional. Gracias al mérito o haber tenido mucho culo, hace ya una década, pude pasar de trabajar en un ambiente de operario de fábrica a trabajar como profesional de lo que había estudiado, que era la carrera de técnico electrónico.

Eso había cambiado mi vida más allá de lo que había imaginado porque había mejorado mucho mis condiciones laborales, tanto en lo económico y como en el trato humano. Y de repente pasé a vivir una realidad muy lejana a esos días de mi infancia entre calles de tierra.

Pero años después de este enorme progreso laboral, decidí que no me quería quedar con eso, decidí que quería seguir avanzando, y se me ocurrieron muchas ideas pero entre todas ellas había una que me atraía desde hacía mucho tiempo:

Tener mi propio emprendimiento.

Así que fuí detrás de eso sin tener la más puta idea de lo que estaba haciendo. Era el año 2014 y así fue que empezó un camino de algunos aciertos y muchísimos errores, que otro día te voy a contar en detalle, pero en el cúal (spoiler) nunca pude despegar de mi trabajo en relación de dependencia, que era la idea que tenía inicialmente.

Terminando el 2020 y comenzando el 2021, con 6 años de fracasos en la espalda y muchas dudas acerca de mi mismo, empecé a pensar que mi próximo salto quizás no venía por el mundo de los emprendimientos como lo pensaba inicialmente, sino que venía por el lado de las charlas que era algo que descubrí que me gustaba hacer mucho, pero que además descubrí que se paga muy, muy bien, hablo de USD 1.000 por charla ¡Piso! para los que tienen el mérito o el culo de que las empresas los contraten.

Pero cuando me lo puse como objetivo tampoco me resultó fácil ponerlo en marcha, hablé con personas de RRHH de muchas empresas que contacté por Linkedin, les envié correos, les envié mensajes y tuve zooms dónde muchos se copaban, pero las contrataciones no llegaban.

También probé llegar al consumidor final, armé charlas abiertas, talleres, compartó contenido boludo en forma de reels de Instagram, hice de todo, pero no logré la tracción inicial. El caballo no se movía che.

Me di cuenta de que pasaba mucho tiempo tratando de vender lo que hacía, porque claro el componente económico era importante para mi, y eso, hacía que el hecho en sí de dar charlas pasara a un segundo plano.

Me empecé a preguntar si no me estaba pasando lo mismo que cuando intenté rentabilizar mis dibujos, que fue que tratar de ganar plata con eso le quitó todo el sentido a eso que tanto me gustaba.

Además tampoco es que tenía propuestas. Es muy difícil cuando sos un desconocido lograr los primeros clientes.

Como dijo Hércules en la película de Disney:

“¿Cómo voy a demostrar que soy un héroe si no me dan la oportunidad?”

¿Debía entonces abandonar mis aspiraciones como orador? Lo pensé, claro que lo pensé.

Pero un día me senté con mi cuaderno (cosa que hago seguido) y me di cuenta de que tenía claramente yo tenía dos grandes objetivos:

  1. Mejorar mis condiciones laborales: Horarios, flexibilidad, remoto, que me guste, y sobre todo ganar más plata.
  2. Convertirme en un gran orador: Alguien capaz de inspirar a las personas a atravesar las barreras que este sistema o la sociedad o uno mismo, nos presenta en el camino.

¿Pero, qué pasaba si en lugar de fusionar ambos objetivos los separaba?

Una cosa que hice muy bien en estos años fue entablar relaciones con personas de entornos distintos al mío. Uno de esos entornos es la industria de las empresas de tecnología, conocí emprendedores, inversores, personas que trabajaban en tech, primero fueron contactos, hoy muchos de ellos son amigos.

Invité a varios de ellos a tomar café, a otros les escribí por correo, buscaba que estas personas que me conocían me dieran su mirada acerca de qué podía hacer dado que tenía estos objetivos.

Usé estas palabras: “¿Olvidate de lo que yo quiero o digo que quiero (dar charlas) vos para qué me ves potencial?”

Varios coincidieron: “Te veo trabajando en la industria de la tecnología”.

Ahí pensé: “Esta gente fuma de la buena y no me está convidando, no hay forma de que, salvo que estudie programación (cosa que no me interesa hacer) pueda igualar o mejorar mis condiciones económicas actuales”.

Pero un día navegando por Twitter me encontré esta oferta laboral:

Hice unas cuentas: Ganando eso, trabajando dos horas por día: ¡Ganaría casi lo mismo que en mi trabajo actual!

Mierda, no fumaban de la buena, o si, pero no era por eso que me recomendaban meterme en esto.

Lo más llamativo era que lo que había que hacer, eran cosas que yo ya hacía por placer:

  • Escribir hilos de Twitter.
  • Escribir Newsletters.
  • Escribir casos de uso.

Este es el link del puesto de trabajo

Esto definitivamente capturó mi atención, así que volví a conversar con una de estas personas, con Miguel Morkin (@migue) con quien tengo una amistad, le comenté lo que había descubierto y me dijo:

  • “¿Cuánto ganás en tu laburo?”
  • “Tanto”
  • “Podés ganar mucho más que eso, vos escribís muy bien y además también dibujás muy bien y eso se paga muy bien en esta industria”.

Así empezó mi interés por los trabajos en tecnología, pero el interés era solo el principio, había que ver qué hacer, qué necesitaba aprender, cómo empezar a transitar el camino y un montón de derivadas de ese camino.

Había que investigar y pensar una estrategia para llegar a ese objetivo.

En próximos posteos te voy a ir contando todo lo que voy descubriendo semana a semana a medida que me voy metiendo en este mundillo que es totalmente nuevo para mí.

Después te cuento qué onda.


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