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Cuando no sale cómo lo esperás

En este post quiero contar una linda historia que me pasó esta semana.

Conté algo en mi cuenta de Twitter y ahora quiero darle un poco más de contexto.

Resulta que me puse el objetivo de dar una clase abierta y gratuita acerca de la temática: Cómo encontrar lo que querés hacer.

Existe un grupo de personas que tiene múltiples intereses y no saben cuál de ellos llevar adelante ni cómo y que viven con culpa o angustia el hecho de no poder encontrar cuál de todas las cosas que los atraen convertir en su proyecto principal.

Es por eso que me propuse armar una clase abierta donde la propuesta era cambiar la perspectiva con la que vemos nuestros propios procesos de autoconocimiento y de descubrimiento acerca de cómo son verdaderamente aquellas cosas que nos atraen, y de esa forma soltar la angustia y la culpa, y por qué no, los miedos.

En el pasado ya había dado esta exposición, es parte de un taller que di en agosto de este año. Mi objetivo era agregar valor acerca de esta temática e invitar a aquellos que quisieran sumarse a la segunda edición del taller a participar del mismo.

Pero esta vez quise innovar en dos cosas:

  1. La primera fue que decidí pagar publicidad en Facebook para hacer la convocatoria al encuentro gratis.
  2. La segunda es que cambié la plataforma con la que enviaba los formularios y los correos, esta plataforma nueva que usé se llama sendinblue y es gratis en su versión más básica.

Se registraron alrededor de diez personas, y comencé a enviarles correos con los links de la charla y recordatorios para que no se olvidaran, pero me di cuenta de que no abrían los correos, entonces sospeché que quizás estaban llegando a la casilla de Spam así que consulté vía Instagram y efectivamente así era.

Lo malo fue que me di cuenta de esto un día antes de la clase, así que esa mañana me levanté como siempre, me preparé unos mates, preparé la compu con su micrófono y su cámara web, y entré al link de la reunión a ver qué iba a pasar con eso.

Sospechaba que se iban a conectar dos o tres, pero finalmente se conectó una sola persona.

¿Qué hacía ante ese escenario? ¿Suspendía la clase? ¿La posponía para el otro sábado?

Finalmente hice lo siguiente:

Saludé a esta persona, le agradecí por conectarse, y le pregunté si ella quería seguir adelante, le expliqué el problema con los correos, y le dije que para mí era igual de importante que haya una sola persona a que haya 10.000, que sí me daba el ok yo le iba a dar para adelante.

Dijo que si, así que empecé con mi exposición.

Como esta persona no tenía su cámara prendida sospeché que quizás no estaba escuchando, pero luego vi que empezó a interactuar por el chat, eso me dio confianza.

Lo di todo, 40 min. de charla dejando el alma y abriendo el corazón para mi audiencia, hasta que al finalizar y como hago en cada una de mis exposiciones invité a esta persona a intercambiar ideas, y así lo hicimos.

Charlamos un rato acerca de qué la había motivado a sumarse, cuáles eran los problemas que venía atravesando, cuáles eran sus perspectivas a futuro, y varias cosas más.

Le agradecí por quedarse hasta el final, finalicé la reunión y me fuí feliz a iniciar mi fin de semana, y es extraño porque en otro periodo de mi vida me hubiese bajoneado tener un resultado como este.

Esta vez no solo no fue así, sino que fue lo contrario.

Creo que en este recorrido uno va construyendo cierta autoestima que le permite avanzar por este tipo de situaciones desde otro lugar e incluso disfrutarlas.

Además como expositor una de las mejores cosas que te pueden decir es que gracias a vos alguien pudo visibilizar algo que hasta ese momento no podía poner en palabras, o que alguien se sienta identificado con lo que decís, y eso había pasado, por eso estaba contento.

Luego de la clase me fui a disfrutar de mi día porque en Buenos Aires el clima estaba precioso, cuando volví a casa, abro mi correo y me encuentro con este mensaje.

A vos, si estás leyendo, gracias por sumarte a mi charla.


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